Hoy los agustinos se visten de fiesta porque se va a estrenar la Web Santa María de la Esperanza y eso siempre es un acontecimiento
Cuando hay personas que ofrecen algo nuevo a los demás, impulsadas por la generosidad y la esperanza, lo que acontece es, que atrae y compromete necesariamente.
Por eso, si no nos sentimos interpelados por lo que esta página nos ofrezca, será que hemos cerrado los ojos porque la responsabilidad nos pesa demasiado.
Todos sabemos que cuando alguien entra a buscar una página de esta naturaleza, lo que quiere es:
- Advertir en ella que hay novedad en los acontecimientos que presenta.
- Notar que predispone, para acoger la palabra que en ella se encuentre, a fin de vivir en coherencia con lo que el Señor nos está mostrando.
- Que le ayude a reaccionar ante lo que esa palabra le está enseñando.
- Y que le estimule a lanzarse sin miedo, a anunciar el mensaje que en ella recibe.
Pero, también, esta misma página, habrá veces que nos cuestionará y nos hará observar lo lejos que nos encontramos de estos planteamientos.
Todos sabemos que en nuestra vida, en nuestras celebraciones, en nuestros grupos… con frecuencia nos acompaña el aburrimiento, el desencanto, la distracción, la pasividad… No se advierte la emoción, la alegría, el llanto… Es como si todo lo diésemos por sabido, como si ya estuviésemos hartos de oírlo, como si no aportase nada nuevo a nuestra existencia.
De ahí la necesidad de encontrar páginas como esta: con artículos, palabras, realidades… que tocan situaciones y problemas reales, a fin de que la gente reaccione, se sienta interpelada, interesada, demandada… porque despierte una exigencia y espere un cambio profundo.
Por eso, el que se nos brinde una nueva Página Web, nos ha de llevar al agradecimiento. Porque comprometerse a crear una Web y más si es diaria, es instalarse en un trabajo exigente y arduo, un trabajo silencioso y gratuito; es una tarea donde, cada uno tendría que desempeñar un servicio según los dones que haya recibido, pero sabemos que esto no es así y que todo el peso recae sobre el promotor, una persona altruista que se entrega a un servicio difícil por el cual no recibirá recompensa, aunque sí algún que otro inconveniente.
Por eso os invito a darle las gracias y mostrarle nuestra gratitud, pero sobre todo a entrar en la página, a colaborar en ella siempre que nos sea posible, a estar disponibles para lo que se nos pida… Sabiendo que entrar en la página nos ayudará a ir descubriendo esa misión personal, específica e irrenunciable… que debemos llevar a cabo y que nadie podrá desempeñarla por nosotros.
Sería bueno que la página nos llevase a poner en manos del Señor lo mejor que haya en nosotros. A dejarnos hacer por Él, a poner en sus manos nuestra arcilla.
Que nos ayudase a ser fieles a sus enseñanzas y a entusiasmarnos por su mensaje para luego poderlo llevar a los demás.
Que nos incitase a superar el riesgo que comporta la tarea encomendada, invitándonos a poner en ella lo mejor de nosotros: nuestras cualidades, capacidades, talentos.
A solidarizarnos con los que lo están pasando mal: los marginados, los pobres, los carentes de amor, los que no encuentran sentido a su vida, los que la sociedad desprecia, los que se encuentran solos…
A poner lo mejor de nosotros en la convivencia con los nuestros, con las personas cercanas, con los que nos cruzamos en la calle.
Y, sobre todo, a poner al servicio de los demás lo más preciado que tengamos; porque cuando nuestras obras descubran a Cristo, podremos saborear la grandeza de la misión emprendida.
Y, bueno, creo que lo que esta página pretende es eso, ayudarnos a ser cada día más auténticos.
Julia Merodio