Y tú, ¿rezas el rosario?

Y tú, ¿rezas el rosario?

Acabamos de celebrar la festividad de Nuestra Señora del Rosario, una festividad que por estar dedicada a María nos gusta a todos, pero lo importante no es que nos guste sino que seamos capaces de no aparcarla hasta el próximo año.

En ella hemos vuelto a detenernos en la importancia del rezo del rosario en nuestra vida, una oración que no solamente sirve para ese día, sino para todos los días del año. Pero desgraciadamente, no hay que insistir mucho para observar que el rosario cada vez se reza menos, ni siquiera en las iglesias se reza tanto como hace unos años. Es una devoción que, sin saber cómo, se va perdiendo.

Sin embargo, si hay una oración que esté al alcance de todos es el Rosario. No hace falta saber mucho, ni tener unas condiciones especiales para rezarlo, todo el mundo tiene acceso a él. Se puede rezar con luz y a oscuras; echado en la cama, sentado o andando; se puede rezar siendo niño, joven o mayor; se puede rezar sabiendo leer y sin saber hacerlo; teniendo buena vista y sin ver nada… no hay condición alguna que pueda impedir que recemos el rosario.

Pero todavía hay algo más significativo, nuestra existencia –la de todos– recorre todos los misterios del Rosario, tanto la vida de los que sabemos rezarlo, como la de quien ni siquiera lo conocen.

Todos podemos experimentar que, en nuestra vida y sin que nosotros hagamos nada para ello, aparecen todos los misterios del Rosario: unas veces llegan los Gozosos, otras los Dolorosos; otras los Gloriosos y otras los de Luz, pero lo que realmente es una gracia, es que todos terminen todos de la misma forma: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

De ahí, que sería bueno que nos preguntásemos:

  • Y yo ¿rezo el rosario?
  • ¿Me he parado a pensar, en qué misterios se encuentra mi vida  en este momento?
  • ¿Estoy dispuesto a vivirlo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?

EL MISTERIO DE CADA DÍA

Aunque no seamos conscientes de ello, cada día de nuestra vida vivimos un misterio distinto y los misterios se van entremezclando ofreciéndonos sus luces y sus sombras para que nuestro existir adquiera mayor belleza.

Pero hay algo realmente importante y es que, cualquier misterio que nos toque vivir, seamos capaces de vivirlo como personas resucitas, como alguien que ha vivido la resurrección en su vida. Que lo vivamos también como persona de fe, como alguien que ha hecho su opción por el Señor.

Porque entonces, sea cual sea nuestra realidad la viviremos desde: 

  • La alegría.
  • La Paz.
  • La tolerancia.
  • El perdón.
  • La acogida.
  • El amor.

PONEMOS LOS JÓVENES EN MANOS DE MARÍA

Tú sabes Madre,  que entre todos los misterios, hay uno que nos preocupa de manera especial, es el gran misterio en el que “tu Hijo aparece perdido en el templo”.

Sabemos bien que Jesús era un muchacho despierto y responsable, sabemos que nunca quería hacer nada que vosotros –sus padres– pudieseis reprocharle, sin embargo aparece lejos de la caravana donde estabais y sin haberos dicho nada.

Algo tan improbable no puede ser casual, tiene que haber una lección en su fondo y así es.

Jesús se pierde, pero quizá lo que Él quería, era llevarnos a pensar en los que lo han perdido a Él, en los que no quieren saber nada de Él, en los que no les importa sacarlo de sus vidas.

Por eso, por medio de la Madre, queremos presentarte a todos esos jóvenes que vagan perdidos por la vida.

A esos que no encuentran razones para seguir creyendo; a los que hemos alejado a base de ponerles leyes, a los que quieren echar la culpa a la iglesia de haberse alejado.

A esos que buscan sin encontrar, pero también a los que han encontrado sin buscar.

Pero también queremos dar gracias por esos jóvenes que, siguiendo tu ejemplo, creen en Dios y ayudan al prójimo.

Queremos dar gracias a esos, jóvenes, humanitarios que trabajan en obras sociales; a esos jóvenes que dan su vida por salvar a otras personas.

A los jóvenes que creen, en un futuro digno para todos y se preparan para conseguirlo.

En queremos, Madre, presentártelos para que les des fortaleza y valentía, para no desfallecer.

Acuérdate, además, de los que no encuentran el camino e inmersos en el materialismo, se alejan inconscientemente de ti y pide a tu Hijo que mueva muchos corazones para que trabajen en su servicio.

LAS BODAS DE CANÁ

Otro misterio que me ha parecido importante escoger, para la oración es el de La Boda de Caná, porque por medio de él podemos presentar a la Madre, a todas las familias del mundo y en especial a las nuestras.

Bendícenos Madre y ayúdanos. Socorre, sobre todo a las que estén sufriendo: por incomprensión, enfermedad, desacuerdos, paro, por falta de entendimiento.

En tus manos, de madre, ponemos nuestra realidad, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestra responsabilidad…

Ayudándonos a crecer como personas, como esposos, como padres, como cristianos, para que cuantos nos vean descubran, el gran amor que nuestro corazón te tiene.

LA CORONACIÓN DE NUESTRA MADRE COMO REINA Y SEÑORA DE TODO LO CREADO

Y para finalizar el artículo, he escogido, el de María como Reina y Señora de todo lo creado.

Es verdad que, lo de María como Reina, no parece fácil de asimilar porque a ella nunca le gustaron estas cosas, pero nuestra Madre no es una reina convencional de las que salen en los medios de comunicación. La referencia de nuestra Madre como Reina está en la sencillez, la servicialidad, el ocupar los últimos puestos y seguir en pie ante la adversidad.

De ahí que, sin pretenderlo, María haya sido:

  • La Reina de los pueblos. ¿Qué pueblo no tiene por patrona a María bajo una advocación?
  • La Reina de la familia, a la que acudimos en cualquier adversidad.
  • La Reina de la paz.
  • La Reina de la Iglesia. El auxilio para todos sus hijos.
  • Además, es la Reina de los Ángeles y de los Apóstoles, de los Mártires y de todos los Santos…

Sin embargo, a pesar de toda su grandeza, lo que más le gusta a la Madre es ser Reina de cada corazón. ¿Le dejaremos reinar en el nuestro?

Julia Merodio