Eucaristía con jóvenes

Eucaristía con jóvenes

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Hace un mes que el curso ha comenzado y con él todas las actividades parroquiales: grupos, catequesis, reuniones, caritas, etc. Todas ellas con mucho esfuerzo, cariño e ilusión. Sin embargo, hay un colectivo en la parroquia que siempre requiere un “mimo” singular, y son los jóvenes. Ellos necesitan siempre el apoyo de todos porque son el futuro de la comunidad.

Por esta razón, este curso, vamos a tener la suerte de contar con tres jóvenes sacerdotes agustinos, que van a coordinar al grupo de jóvenes de nuestra parroquia, en vinculación con otros jóvenes agustinianos, y también van a celebrar y presidir la Eucaristía de jóvenes del domingo a las 20:00 h. Son el P. Iván David Pérez, el P. Víctor Fernández, y el P. Alejandro Vicente. Ellos forman el Secretariado de Vocaciones de la Federación de los Agustinos de España, y viven en la comunidad del Colegio Mayor San Agustín.

La parroquia quiere fomentar la misa de los jóvenes –de una forma especial–, son ellos los protagonistas. Cada domingo se encargan de preparar la liturgia; lo hacen por grupos –según la catequesis de Confirmación y otros grupos de jóvenes–. También preparan la música, ellos forman el coro y cantan acompañados guitarras y algún otro instrumento. Y además, cada semana proyectan toda la Eucaristía –moniciones, lecturas y cantos– en la pantalla frontal, con lo cual facilita que los asistentes puedan seguir y vivir la celebración mucho mejor.

Animamos a muchos jóvenes a participar de la Eucaristía del domingo y a unirse a las actividades organizadas por el grupo de la parroquia.

Termino con una reflexión de J. ALDAZABAL y R. COLOMER sobre la Eucaristía con jóvenes que seguro nos ayudará a pensar en nuestras celebraciones…

Los valores que los jóvenes más aprecian de la Eucaristía

Los jóvenes más que nadie tienen una sensibilidad de “celebrar en común”. Normalmente llegan a la experiencia de la oración o de la fe precisamente desde la experiencia de grupo.

Por eso no es nada extraño que no quieran celebraciones anónimas en las que no se sienten acogidos como hermanos. Quieren con razón ser actores y protagonistas de la celebración, no meros receptores de lo que otros hacen.

Los jóvenes buscan una celebración más viva y auténtica.

En verdad, lo que muchas veces encuentran son celebraciones muer­tas, pasivas, estereotipadas. Es una lástima que a veces esta inercia y falta de viveza se quiera apoyar en el respeto a la tradición o a las normas de los libros litúrgicos oficiales, cuando son éstos los que cada vez más invitan a una participación más plena y a la autenticidad en cada momento de la celebración.

No nos debe extrañar que los jóvenes critiquen esta clase de celebraciones ‘prefabricadas”, preocupadas tan sólo por el cumplimiento de unas normas. Ellos, que están redescubriendo con frecuencia críticamente su fe, ven también con ojos críticos no tanto las palabras -que siguen sien­do muy bonitas- sino las realidades, que son una celebración más bien pobre y lejana de lo que debería ser una Eucaristía auténtica. Los jóvenes tienden a formas más cercanas a su mundo (en algún sentido, más profanas), por ejemplo en la ambientación o en la música. Buscan instintivamente formas más dialogadas de participar. Y muchas veces hay que decir que sus intuiciones, lejos de empobrecer o desvirtuar el contenido de la Eucaristía, le dan fuerza comunicativa.

Buscan, también, un lenguaje más claro para su celebración.

Hay que reconocer que el de la liturgia oficial, aún después de las traducciones y reformas, queda todavía demasiado alejado para muchos grupos de cristianos.

En verdad que hace falta un esfuerzo para iniciar poco a poco a todos en las categorías bíblicas y litúrgicas. Pero aún contando con esa labor, es legítima la petición de un lenguaje más accesible en las oraciones, en los signos, en la celebración en general. Y muchas veces habrá que aceptar que, en determinados momentos de la Eucaristía, los jóvenes quieran crear su propio lenguaje y expresen su sintonía con el Misterio de Cristo o con el mensaje de su Palabra con un estilo propio.

Los jóvenes quieren una Eucaristía más conectada con la vida.

Si la celebración no arranca de la vida ni se abre a una vida cristiana más auténtica, no es fácil que tenga mordiente para ellos.

Más sensibles a los valores de la historia y al compromiso cristiano en medio de la sociedad, a muchos grupos juveniles les repugnan las Eucaris­tías desconectadas, “neutrales”, asépticas: les parecen una traición o un empobrecimiento de las exigencias de su fe. Quieren vivir lo que celebran y celebrar lo que viven, dando autenticidad tanto al momento del culto como al de la acción en la vida.

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