Hermanas Agustinas
Cómo describir en unas palabras todo lo vivido este fin de semana en Sotillo de la Adrada con las Hermanas Agustinas en el Monasterio de la Conversión…
Pues bien, hace unos meses Chus, el párroco, me dijo que qué me parecía hacer la asamblea parroquial de nuestra parroquia, Santa María de la Esperanza, en Sotillo con las Hermanas Agustinas, a mí me pareció muy buena idea porque era bueno el cambiar de aires y hacer alguna actividad fuera de la parroquia con la rutina de siempre. Desde ese momento Rafa, un amigo, estuvo insitiéndome en que los jóvenes nos quedáramos allí a dormir. Yo no estaba del todo de acuerdo porque le decía que no podíamos estar siempre pidiendo a la gente que se quedara a dormir y además que cómo íbamos a quedarnos allí con las monjas… Me parecía que era forzar demasiado a la gente, porque yo mismo tenía miedo de qué me iba a a encontrar allí, monjas, laudes… Un poco rollo y poco atractivo la verdad. Gracias a su insistencia finlamente acepté y 5 jóvenes (Miguel, Rafa, Luis, Clara y yo) decidimos quedarnos a dormir allí, el Padre Miguel Ángel Sierra habló con las Hermanas y nos dijo que no había ningún problema. Aún así el finde semana pasado seguía con dudas de si quedarme a dormir o no, aunque finalmente dije que sí, no fue un sí sincero y que me apeteciera, fue un sí porque el resto se iba a quedar a dormir y yo pues dije ya que voy me quedo, sin ninguna expectativa.
Ayer día 7 de Octubre, quedamos a las 9 de la mañana en la parroquia y nos dirigimos hacia el Monasterio, los jóvenes fuimos en un coche y la gran mayoría de la gente de la parroquia fue en bus. Llegamos allí y vi un lugar maravilloso, con un paisaje precioso, unas casas que a mí me encantaban, en definitiva pensaba que habíamos elegido un lugar magnífico para pasar el día con la parroquia. Entramos y empezamos una oración con dos Hermanas: la Hermana María y la Hermana Bego. Nada más empezar la oración ya mi corazón empezó a cambiar, y es que parecía que había un ángel tocando la guitarra, cómo tocaba Bego la guitarra y cómo cantaban las dos Hermanas, era una maravilla y ya consiguieron meternos en ese ambiente de oración. Dentro de la oración repartieron unos papeles, el cual me tocó una frase que me ha ayudado en momentos de mi vida en los cuáles no era entendido por gente muy cercana de por qué tomaba ciertas decisiones… “Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.” Mt 19,29. Terminamos la oración y la Hermana Patricia hizo una reflexión sobre el lema que tenemos este año en la comunidad agustiniana “Arriésgate”. Esta reflexión fue buenísima, consiguió que a todos los que estábamos allí nos llegara, nos gustara y nos tocara el corazón, cosa que no era nada sencilla ya que estábamos desde los más jóvenes de la parroquia hasta los mayores. Consiguió dejarnos huella y nos animó a que realmente nos arriesgáramos porque merece la pena.
Una vez terminada la reflexión un pequeño descanso para el café. Miguel Ángel nos presentó a la Hermana Bárbara, estuvimos hablando con ella y le comenté que tenía algunas restricciones alimenticias y ella buscó todas las maneras posibles para que pudiera comer sin ningún problema, realmente es de agradecer que llegas a un sitio y lo único que buscan es que estés bien y te ayudan en todo aquello que está en sus manos.
Una vez concluido el café, empezamos la asamblea parroquial. Todo fue sobre ruedas y reflexionamos sobre cuáles podrían ser los objetivos de la parroquia para este año, tema que concluiríamos después de la comida.
Bajamos al comedor todos juntos, comimos y cómo no, la Hermana Bárbara me llamó para que fuera a la cocina, me había preparado una tortilla de segundo plato porque no podía comer lo que había de segundo. Me sentí como en casa, sin problemas y sobretodo que no me hicieron sentir mal por pedir una cosa distinta aunque les causara molestias, ellas todo lo hacían con el mayor amor del mundo.
Después de comer visitamos la tienda que tienen allí, la Hermana María me estuvo comentando todo lo que hacen y las cosas que personalizan. Me llamó mucho la atención la cercanía y amabilidad con la que me habló, no habíamos hablado nunca, pero parecía que nos conocíamos hace muchos años. Es maravilloso el amor con el que te tratan.
Descansamos un poco y terminamos la asamblea y preparamos la eucaristía. En ese momento de preparación aproveché para hablar con Bárbara sobre la historia de las Hermanas, me contó cómo se fundó, quiénes estaban, los lugares, los proyectos, el espíritu con el que vivían, su misión, en definitiva, pude conocer de primera mano todo lo relacionado con las Hermanas Agustinas. Además me enseñó toda la casa, los proyectos que tenían para la construcción de la iglesia y me contó todas las actividades que hacían allí. Me sorprendió la belleza que tenían todos los rincones con la mayor sencillez posible.
Comenzamos la eucaristía y finalizamos el día de parroquia. Se fueron en bus de vuelta a Madrid y los jóvenes nos quedamos a las Vísperas ya que nos íbamos a quedar a dormir. En este momento, vivimos la primera oración con todas las Hermanas, cantaban todas las oraciones acompañadas por una cítara, como decía San Agustín “Quién canta ora dos veces”, y realmente hay un ambiente de oración especial que no se puede describir.
Terminamos las Vísperas y estuvimos un rato de descanso y charla que nos vino muy bien. El atardecer, el ambiente y la situación eran tan idílicas que Miguel, propuso hacer una oración nosotros aunque fuera pequeñita y eso hicimos. Cuando terminamos nos llamaron para que fuéramos a cenar. Cómo no, Bárbara me tenía preparada la cena para que pudiera comerla sin problemas y fuera de mi gusto. Aproveché y estuve hablando otro rato con ella sobre su función en la comunidad, qué hacía, qué pensaba y cómo vivía. En la cena conocimos a otros huéspedes que se quedaban allí también esa noche.
Al terminar de cenar nos dijeron que algunas de las Hermanas habían podido sacar un ratito para estar con todos los huéspedes para charlar, cantar y pasar un rato distendido con nosotros. Vinieron las Hermanas María, Inma, Bego y Carmen. Vivimos un momento inolvidable, nos presentamos los que estábamos allí para conocernos un poco, cantamos y ellas nos contaron su experiencia y un poco cómo tomaron la decisión de entrar allí. Todo con una cercanía, una sonrisa y un amor infinito. Terminamos con una oración y como no podía ser de otra manera, cantando. En esa oración realmente sentí que Dios estaba ahí con nosotros, fue emocionante poder vivir ese momento con ellas.
Ya nos despedimos y los cinco nos quedamos jugando a juegos de mesa y por fin a la cama a descansar, que a la mañana siguiente tocaba madrugar para rezar Laudes. Quién me iba a decir a mí dos días antes, que me iba a levantar para rezar Laudes, y además ir con ganas para poder estar más tiempo con las Hermanas ya que nos íbamos a ir temprano a Madrid.
Descansamos, por la mañana rezamos Laudes, desayunamos y nos preparamos para irnos. Todas las Hermanas que habían estado con nosotros se despidieron con ese amor infinito que les caracteriza, nos hicimos algunas fotos para finalizar el fin de semana y nos volvimos a Madrid.
Una vez que hemos llegado a Madrid, he investigado un poco más sobre ellas y me ha encantado la frase que tienen: ¡”Nadie debe de estar tan embebido en las cosas de Dios que se olvide de los hombres, sus hermanos. Ni tan inmerso en las cosas de los hombres que se olvide de las cosas de Dios. El amor de la verdad requiere un ocio santo. La necesidad del amor exige un negocio/trabajo justo…” (San Agustín, Civitas Dei 19,19).
A lo largo del día le he dado las gracias a Dios y a Rafa por insistirme tanto en que fuera y que me quedara a dormir. Realmente ha sido una de las experiencias más bonitas que he tenido en mi vida. He visto unas caras que irradiaban una FELICIDAD infinita y contagiosa, un AMOR incalculable en todo lo que dicen y hacen, y una ALEGRÍA inmensa en todas ellas.
Gracias a Dios llevaba unos meses de verano muy disperso, sin un rumbo claro y llevando meses sin tener a Dios presente en mi día a día, pero este finde semana me ha dado un vuelco al corazón, he podido volver a sentirle muy cerca y volver a ver una luz.
Un millón de gracias a todas las Hermanas Agustinas por vuestro acogimiento, servicio, amor y entrega que habéis tenido este fin de semana conmigo. Espero poder volver pronto y compartir más momentos con vosotras.
Ya tenéis un hueco fijo en mi corazón.Un beso enorme.
Jaime Fuentes