María Andrés Urtasun presentó en la parroquia, el día 17 de marzo, su tesis doctoral sobre los edificios religiosos destruidos en Madrid durante en los años treinta. María fue acompañada por el director de la tesis, Alfonso Bullón, y por su padre, José Andrés Gallego, ilustre historiador.
La bibliografía sobre la historia del arte español perdido en la guerra se caracterizó, casi hasta la Transición, por la parcialidad, las imprecisiones y la prioridad de los recuerdos personales. Con frecuencia, se trataba de críticas o defensas de la política de protección del arte en un bando o en otro y, a veces, en ambos. Por otra parte, son pocas las obras monográficas rigurosas sobre la pérdida de arte en algunas zonas de España. Los daños sufridos entre 1931 y 1936 tuvieron un cariz voluntariamente destructivo en gran parte y, al estallar la guerra, se sumaron las destrucciones provocadas por los disparos de la artillería nacional emplazada al noroeste de Madrid. La destrucción se frenó al comenzar 1937. Desde entonces, lo que primó fue el saqueo de los edificios abandonados, que en buena parte se debió a algo tan aparentemente ajeno a la guerra como es el frío. La madera de puertas, vigas y ventanas servía para alimentar el fuego del hogar. Desde 1937 las destrucciones fueron principalmente de origen militar; bastantes de los grandes edificios abandonados sirvieron para emplazar armas defensivas y se convirtieron así en objetivo para la artillería y la aviación nacional.
El Madrid republicano se refugiaba en aquella arquitectura histórico-artística que aquí nos ocupa y eran nacionales quienes disparaban contra ella. Por su parte, la arquitectura de los pueblos de la provincia de Madrid no padeció tanto por el afán de destruirla (aunque fuera considerable), como por la propia guerra y el abandono, o también por el uso como puntos de observación o de armamento defensivo, que los convertía asimismo en objetivo militar. María Andrés-Urtasun. Licenciada en Historia y en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, durante años ejerció como profesora de la Universidad CEU-San Pablo, donde se doctoró. Tras varios estudios iniciales sobre las fugas de arte, de carácter público o privado, a países extranjeros, principalmente a Francia durante la guerra civil, se dedicó a la investigación de la arquitectura madrileña destruida en la década de 1930, cuyos resultados publicamos ahora.