Santa María de la Esperanza  Parroquia - Agustinos

El párroco…

Comienzo el año 13 entre vosotros. Procuraré seguir dando lo mejor de mi mismo por esta “mi” Comunidad Parroquial de Santa María de la Esperanza. Espero que sigáis facilitándome la tarea, tal como lo habéis hecho hasta ahora. este curso seguiremos el mismo equipo sacerdotal: PP. Jesús, Félix, Chema y Miguel Ángel, y seguiremos contando con la ayuda inestimable de algunos hermanos de la comunidad agustiniana.

Está ya en marcha el nuevo año pastoral 2018-2019. Este nuevo año trae algunos acontecimientos que, sin duda, marcarán nuestro caminar: Una nueva propuesta en el Plan de Pastoral Agustiniana, “Tienes una misión”; la celebración del Año Jubilar Mariano en Madrid; la visita pastoral del Obispo, en el último trimestre de 2019; la Unión de las Provincias Agustinianas españolas, etc.

Al comenzar esta nueva etapa, os deseamos lo mejor. Jesucristo y la Parroquia nos siguen llamando. Llamada para niños y jóvenes, matrimonios y familias, grupos eclesiales y voluntarios, ancianos y enfermos, Caritas y despachos parroquiales. Todos somos llamados a crear comunidad e Iglesia. No podemos perder esta nueva oportunidad que el señor nos da a todos. ¿Verdad que estáis dispuestos a ser las manos y los pies de Jesús?

Nos reunimos en el nombre del Señor. Sabemos que separados de Él no podemos hacer nada. A los cristianos de todas las comunidades, nos recuerda el Papa Francisco: “Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto!”

Somos libres para acoger el don de la fe, hacerlo crecer en nuestras vidas y ofrecer un testimonio de amor a los necesitados. Nuestra vinculación a la Parroquia nos servirá para cultivar la fe, conocer más a Jesús y ser consecuentes con lo que nos pide el amor al prójimo, y para buscar nuevos caminos y estilos de esperanza para anunciar el Evangelio hoy y aquí.

De nuevo, damos gracias a Dios que nos llama a trabajar con Él en su Iglesia; agradecidos, aceptamos ser enviados –cada uno según su vocación y carisma– como testigos del Evangelio. A María, Madre de esperanza, pedimos la fuerza y la luz que necesitamos para colaborar, con acierto y generosidad, en la construcción del Reino de Dios.